domingo, 25 de mayo de 2008

Sucre… ¡el otro grito!

Cuando el Presidente, después de una simple rechifla, pronunció aquella famosa sentencia, "¡no saben las consecuencias que van a tener!", nadie pensó que llegaría hasta la contabilidad de los muertos. Cierto, fue Sucre la que le pinchó su Constituyente y fue el lugar del entierro del proyecto de dictadura civil vitalicia. ¡En recinto militar, pero sin pompa, ni bandas, ni ceremonias! Más bien con alboroto de ponchos rojos huyendo de estudiantes, y constituyentes sobre los que hoy pesa orden de aprehensión.
Éste no es un 25 de Mayo cualquiera. En todo caso, ¡no es uno más! Es el que le está diciendo a Evo Morales que, primero, ¡tiene que pedir perdón! Y una de las cosas que no entra en las cabezas autoritarias es el pedido de perdón a los pueblos… Franco y Pinochet prefirieron morir sin pedirlo, ¡apostando al infierno!
Es un 25 de Mayo especial. De profundo respeto. Ya no es sólo el de la campana de 1809… ¡es esa campana de libertad repicada en todos los campanarios de noviembre! Porque el país le debe a Sucre el primer grito... ¡pero no le ha pagado el segundo! Están todos los testigos: las calles cercanas al teatro Mariscal de Ayacucho --escena privilegiada de la farsa masista--, las esquinas de la plaza 25 de Mayo, la bajada a El Tejar, la quebrada de la Calancha, el castillo de La Glorieta, los cerros y los callejones... ¡y están los muertos!
El gobierno no puede ocultar su rabia a Sucre... ¡y tiene razón! Ninguna ciudad, ¡ninguna!, ha expresado con tal rotundidad, con tal fuerza, con tal coraje, su repudio y su rechazo a las humillaciones gubernamentales. Rabia gubernamental expresada gráficamente en los miles de policías que tuvieron que salir de la ciudad "por falta de garantías" --explicación pública y oficial del Comandante General--, después de hacer salir a los presos comunes de la cárcel de San Roque para que dispusieran de la ciudad. Y los presos decidieron volver... ¡y fueron más libres! En su ejercicio infinito del simplismo, el gobierno cree que Sucre es la ciudad de los cuatro "niños bien" dando vueltas en la plaza. Asume como real la caricatura de "la ilustre ciudad" -sin haberla leído-- y no sabe, no tiene idea, que lo único tradicional, intocable e imborrable, es su fervor por la libertad. ¡Y es que no es improvisado! El 25 de mayo no es la imagen de un loquito vivando a Fernando VII. Es la acumulación de historia transportada en los libros de la revolución universal y llevada desde la Universidad de San Francisco Xavier, "madre nutricia de pueblos libres", a Chile, Argentina, Uruguay, en las mochilas de Moreno, Zudáñez y Monteagudo... ¡Evo Morales no sabe nada de eso!
No creo que él ni ninguno de sus ministros estén este domingo en los lugares del 25 de Mayo. No creo que tengan la cara para llegar a la Casa de la Libertad y no podrían dar tres pasos en los claustros universitarios. Y no es porque los puedan rechiflar... ¡sino porque saben -eso sí saben-- que Sucre es protagonista de su segundo grito! Y es que los gritos de libertad son muy jodidos, porque son gritos de recién nacido que llenan sus pulmones del aire que les da la nueva vida. Y Evo Morales ignora que los gases, los balines, ¡y las balas!, no sirven para callar esos gritos, ¡porque los recién nacidos siempre se multiplican!
No creo que quiera ir a Sucre. Pero sé, estoy seguro, que si el señor Presidente decide ir a Sucre, ¡va a tener el recibimiento que se merece!
Cayetano Llobet

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