domingo, 10 de agosto de 2008

¡Mañana... pasado mañana!

Gravísimo error el pensar que hoy se define el destino del país. Se equivocan radicalmente los que piensan que es suficiente derrotar a Evo en dos, tres o cuatro departamentos. Y se equivoca Evo pensando que mañana es dueño del país. Si los análisis realizados sobre el proceso de desinstitucionalización y de desagregación son correctos, se debe asumir que el revocatorio, a pesar de su gravedad como accidente, no es suficiente para cambiar el rumbo de la descomposición.
Cierto, la dinámica del Sí y del No, ofrece una apariencia de polarización extrema... ¡que no es verdadera! La realidad sigue siendo la de la fragmentación y el caos. Lo que pasa es que muy fácil apropiarse de causas: la rabia tarijeña que impide la participación de Chávez y Kirchner en la campaña de Evo, es leída -palabra grande para un analfabeto- por el “Mussolini tropical”, como una maniobra del imperio: ¡la IV Flota de los Estados Unidos ocupando el aeropuerto de Tarija! Y, lo mismo, pero a la inversa: la salvaje represión y muerte de mineros se asume, equivocadamente, como si fuera parte de las luchas regionales.
Es verdad que hay dos proyectos visibles pero con diseño confuso: el proyecto de poder de Evo Morales que no tiene ninguna posibilidad de imponerse al conjunto, y el proyecto autonómico incapaz de construir hegemonía. Y cuando no se tiene -¡vale para los dos!- posibilidad de derrotar al otro, es absurdo pensar en proyecto nacional: en la construcción de naciones alguno es derrotado... ¡salvo que no se esté buscando Nación, sino supervivencia!
Hay que admitir que la impostura y el oportunismo -¡y deben ser muchos los que ya están redactando las notas para el obituario político de Tuto y de Podemos!-, juegan malas pasadas a la lectura de la realidad. Y no es extraño que mucha gente piense que el destino final se juega en las horas de hoy día. Para comenzar -y sin entrar en los “detalles” de la ilegalidad, inconstitucionalidad, arbitrariedad, fraude, engaño y todos los etcéteras posibles-, ni mañana, ni pasado mañana, se darán las condiciones para que el Presidente pueda aterrizar donde le dé la gana, ni las regiones serán, a corto plazo, realidad organizada y coordinada.
En las sociedades desagregadas y caóticas, el largo plazo no existe. Hace tres meses, ¡nada más!, el cuadro de situación nos mostraba a un gobierno en repliegue, instalado en la defensiva. Es probable -subrayo lo de probable-, que esta noche veamos a un Presidente eufórico y triunfante... ¡y a regiones festejando el triunfo sobre el Presidente! No sé, sinceramente, si es el momento y el lugar para enumerar errores, vacilaciones, idas y venidas, vueltas y revueltas, concesiones y cálculos. Sé, casi con certeza, que es un momento que encarna la paradoja: ¡cuando sólo hay perdedores - porque todos perdemos-, muchos van a pretenter aparecer como ganadores!
Un apunte más: si en su infinita soberbia el gobierno comienza a actuar -mañana, pasado mañana-, como si fuera el dueño del país, si opta por las vías del odio y la venganza y les da rienda suelta a sus mensajeros -¡que harta rabia sienten!-, si decide seguir instalado en la ceguera a pesar de las luces de alarma que se encienden, si opta por las tripas y no por la cabeza, si sigue pensando que a pesar de las leyes, “hay que meterle, nomás”, si en dos años y medio se ha convencido de que el poder es eterno, es que no tiene idea de lo que es mañana... ¡o pasado mañana!
Cayetano Llobet

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