sábado, 11 de octubre de 2008

Tantas idas y venidas


Tantas idas y venidas siguen siendo una mala señal. Nadie ha quedado excluido de la cita obligada. Todos han sido llamados para ver si se abre la niña Pandorita-constitución.
El gobierno hace las ofertas, promete negociarla, que se le podrá tocar un dedo del pie, el codo. Exige que los galanes entreguen su alma al diablo a cambio de hacerlos participes de las negociaciones, pero luego de mostrárselas como un señuelo les vuelve a retirar la oferta y los despide, eso sí después de haberles quitado todo, incluso la autoestima, al más fiel estilo de las "pildoritas" que liberan al incauto saqueado y con el deseo de salir corriendo, agradecidos de que por lo menos los hayan dejado con vida.
Después del diálogo-negociación con los prefectos, el gobierno que no logró todo lo que quería, se puso el texto bajo el brazo y lo llevó al Congreso para ver si allí lo podía seguir usando como cebo, tentando encontrar algunas ambiguedades, alguna veta para obtener réditos entre parlamentarios o suplentes que se jueguen por hacerse los constituyentes del otro viernes.
Por otro lado, estos juntes le dan al gobierno el rédito de mostrarse frente a la opinión internacional como los que hicieron todo lo que estuvo a su alcance para vender su proyectito que tiene al octavo pasajero adentro, para finalmente imponer un violento parto en pleno vuelo y por asalto.
Sabemos que el Ejecutivo sólo está esperando el momento propicio para darle el último y definitivo golpe al Congreso e imponer a Pandorita-constitución, prostituida por propios y extraños, como la novia pura y núbil que pretende desposar. Ya conocemos el guión y sabemos en que va a terminar esta película.
El problema es mayúsculo, mucho más si nos encontramos que en el otro bando todo pasa y se define por la fuerza de la vacilación, la falta de seguridad y de línea que se observa en la oposición. Mucho más grave cuando se dicen tantas cosas que al final no se dice nada.
Esa chica me vacila, me vacila, podríamos cantar a son de merengue, puesto que vemos en la dirigencia de los departamentos autonomistas y las brigadas parlamentarias de oposición un discurso jabonoso, que mete un montón de palabras y ruidosas propuestas que explotan como pompas de jabón, que se volatilizan en cuanto tocan la atmósfera, a tal punto que se habla de resistencia sin definirla, se habla de iniciar una campaña que es más una especie de calentamiento de los motores apagados, que es una acelerada en el sitio que no alcanza a estructurar una propuesta sino que nos deja en la incógnita, porque no define si nuestra decisión pasa por resistir al proyecto de constitución que nos propone Evo Morales apoyado en las acciones bélicas de su recientemente estrenado lugarteniente Quintana, que está instalando un infierno verde en el Oriente, o si la campaña será ir por el no al proyecto constitucional del Mas.
La confusión es tal que los noticiarios dicen lo que buenamente han logrado captar al respecto. Unos hablan que se plantea resistir y otros que se trabajará por el no, y finalmente acaban en un rumor entre dientes porque por supuesto las cosas no están para nada claras y más bien muy confusas y entreveradas.
El problema es quien pone la línea; pero hay que ponerla y por supuesto que no se puede pasar por alto el problemón del padrón electoral que es un tema de padre y señor mío, y que no se va a arreglar porque los de la OEA, o­nU, UNASUR, Europeos unidos de izquierda o CEELA, vengan a cobrar más de 50.000 dólares por mentir que el cadáver en plena putrefacción goza de buena salud. El problema es revisar el Registro de identificación, cruzar los planes de carnetización y todo eso que se sabe que se tiene que hacer, si se quiere hacer algo más que no sea seguir impostando.
Pongamos la línea, respetemos la línea, no hay más que una sola línea posible, de salvación. No permitamos más atropellos, no seamos complacientes con las violaciones, con la ilegalidad. La constitución es ilegal, no la podemos someter a votación tal como está porque eso nos transforma en cómplices.
Ya cometimos el tremendo "error" del revocatorio que dio paso a esta cacería salvaje. No volvamos a usar las mismas estrategias de decir no voy y después voy y nadie me vuelve, o largar líneas que no son ni chicha ni limonada.
Tantas idas y venidas... no sólo nos están gastando los zapatos sino también los principios, la fe y la confianza.
Centa Reck


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