lunes, 24 de noviembre de 2008

Papelito para la oposición



Girar como rueda sin fin. Gritar de impotencia. Señalar errores. Denunciar y gesticular. ¿Es todo lo que puede hacer la oposición? Pues menuda oposición la que tenemos. No le alcanza ni para la limosna y hace el triste papel del desconsolado. Esto señores no nos conmueve ni nos llena de satisfacción, precisamente cuando Bolivia necesita de una voz con lucidez que nos guíe, que nos señale el rumbo por el cual vamos a enfrentar la crisis mundial que en pocos meses nos envolverá en su manto de desgracias.
Ya que tenemos un gobierno preocupado por su reelección, por financiar movimientos sociales y hacerle la corte al señor Chávez y Castro, antes que mirar las demandas sociales que se ven cada día con la canasta de bienes alimenticios mermada, con la necesidad de migrar a cualquier otro país porque no hay fuentes de trabajo, con la inseguridad de ser asaltados a pleno día y la impotencia de vernos sin futuro, al menos deberíamos tener una oposición que le plante cara para recordarle porqué está ahí y para qué es gobierno.
Cuando hablo de oposición no me refiero únicamente a PODEMOS esos caballeros de triste figura y andar cansino, sino a esos Comités Cívicos que mostraron alguna vez gallardía en sus posiciones y esos Prefectos diezmados por la componenda política de unos desubicados que han pedido el rumbo de la fe. Pero por sobre a todo a los otros; los que hacen el papel secundario, por ahora, de extras sin nómina segura. A todos ellos les debemos demandar que se ponga en la agenda nacional los problemas que realmente deben estar.
Primero: ¿cómo, con qué y con quiénes vamos a enfrentar la crisis financiera mundial que nos quita precios a nuestras materias primas y golpea la producción nacional? ¿Qué paquete de medidas se están trabajando para que alguna vez desde hace cinco años tengamos políticas económicas coherentes?
Habrá que señalar la urgencia de ajustar el gasto fiscal, de planificar la inversión pública y de apoyar la inversión privada. Hay que decir cómo y de qué manera vamos a recuperar la frontera agrícola actual. Y qué estrategia debemos operar para recuperar los mercados externos perdidos.
Segundo: hay que terminar con la inseguridad institucional en la administración de Justicia. Lo que no se reduce a nombrar unos cuantos magistrados, sino a sentar las bases de un respeto serio a la independencia y coordinación de los órganos de poder. Cómo sigamos con dar de patadas a las puertas y traseros de los administradores de justicia y les pongamos la corbata del color que nos conviene, nadie ni dentro ni fuera del país creerá en los bolivianos.
Tercero: no es que con saber escribir nuestro nombre hemos dejado de ser analfabetos. Buen ejemplo de ello lo tenemos en la misma Presidencia. Hay que ser responsables en la manera de explicarle al pueblo lo que necesitamos para enfrentar la pobreza que nos inunda. Y habrá que ser claro con eso de que la nueva constitución con la bendición de moros y cristianos hará que al día siguiente de aprobada con la varita mágica del MAS y PODEMOS tengamos un país pintado de distinto modo. No señor. Lo que tendremos con toda seguridad es un país con los pies arriba y la cabeza abajo. Patas arriba se dice en buen cristiano. Y esto debería darle a la oposición bandera para rato en vez de estar distrayendo con eso de que le pusimos parches que nos garantizan lo que queríamos. Nada más alejado de la realidad.
Cuarto: hay que terminar con esos conceptos jalados de los cabellos sobre originarios que son el producto de mentes afiebradas creyéndose lúcidas y que desde laboratorios sociológicos europeos nos han venido a contar nuestra historia dividiéndola en un antes y después. Afirmando que los de antes tienen todos los derechos y los de después deben ser ciudadanos de segunda clase. Esa estupidez debe ser combatida sin miedo. Porque hace bastante rato que los aspirantes a dirigentes de la oposición tienen miedo de decirles a los disfrazados de ponchos rojos que no son los de antes, ni mucho menos, que son tan después como todos nosotros y que se dejen de esa mierda de creerse descendientes de Manko Kapack y Mama Okllo, que en el tiempo su sangre se ha mezclado lo suficiente y por eso somos como somos.
¿Será posible que despierte la oposición de la anestesia masista inyectada en diciembre de 2005?
Dante N. Pino Archondo

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