Después del último sainete cómico del referendo, al que vinieron a ponerle óleo y crisma los enviados por Chávez, entre los que danzaba el famoso ventrílocuo de la OEA, aparecen los micos palaciegos, ejecutores de la aplicación de la llamada nueva Constitución, quienes han dispuesto que se ice la famosa wiphala junto a la enseña patria en todos los actos oficiales, establecimientos educativos y oficinas públicas, con el argumento de que su Constitución establece que ella forma parte de los símbolos patrios. Por supuesto que no faltaron los “llunk’us” que comenzaron la semana izando la wiphala en la plaza principal junto a la Tricolor Nacional, a la que no tardarán en darle la espalda para mantenerse en sus pegas y a los que también les escucharemos cantar el ¡Salve oh Patria! frente a esa wiphala y les veremos desfilar, con las manos en la visera, con paso de parada, ante su nueva insignia patria “multicolor” cuadriculada, que no es sino un trapo cualquiera, que bien podría servir para los calzones de una ministra, el cual fue inventado por los masistas e industriosos cocaleros del Chapare, que no dice nada ni representa nada.
Jamás los hombres y mujeres campesinos ni aborígenes han conocido ese trapo a cuadros. Hay más, muchos de los colores que lleva ese trapo no fueron conocidos por los antepasados milenarios de nuestros indígenas, a quienes se les quiere hacer creer que son colores emblemáticos de sus antepasados. La mentira y el engaño con que el MAS y su gobierno tratan a los campesinos y pueblos indígenas comienza mostrándoles emblemas que no son suyos. Quienes, en alguna medida hemos estado relacionados con el campo, hemos conocido por wiphala la bandera blanca que los campesinos ondeaban en las cumbres de los cerros, en determinadas festividades para reunirse en comunidad y hacer el festejo. Ahora, los inventores del MAS junto a sus ideólogos de algunas ONG, se esfuerzan por hacernos creer que en ese trapo cuadriculado y con colores de mal gusto han descubierto los símbolos ancestrales de los pueblos indígenas nativos, siendo así que su único propósito ha sido alimentar el racismo con que entraron a la arena política para ganar el favor del voto indígena que, en alguna medida, consiguieron, pero que ya lo pierden como se pierden las fortunas malhabidas en el narcotráfico y en la corruptela oficialista. Por otra parte, el campesino se da cuenta del engaño que sufre, porque sabe que en su nombre y en nombre de esa falsa “wiphala, la corrupción protegida se apoderó del Palacio de Gobierno con los Quintana, los Santos Ramírez, los Alvarado y otros. El último capo de la mafia palaciega, cuyo nombre es una ofensa para la Iglesia Católica, es excepcionalmente investigado, porque no compartió su multimillonario negociado con el entorno palaciego, como hicieron los contrabandistas que gozan de impunidad, y son los mismos que desgarran las entrañas de la Patria para mantenerse en el poder pisando los únicos símbolos de la bolivianidad: el rojo, el amarillo y el verde, tan caros a nuestro sentimientos, que ahora pretenden sustituir con la wiphala, emblema de las factorías cocaleras chapareñas, con la que viajó a Rusia el Presidente de la República, país residuo de la ex Unión Soviética, convertida en el exponente del neocapitalismo y uno de los más corruptos del Orbe, si no es el más corrupto, en el que aquél fue homenajeado con el título de “Doctor Honoris Causa”, con toga y birrete, al más rancio estilo clásico neoliberal, que no tiene nada de indígena, cambiando con e-llos, ante los ojos extranjeros, el chulo y el poncho con que se disfraza en el altiplano, y el chuño y la papa por el caviar y el vodka.
Porque yo amo a mi Patria y me duele que se la lastime en sus más sagrados símbolos; porque me duele que se engañe a las raíces de nuestro pueblo identificadas en los indígenas y porque me duele que la corrupción y el narcotráfico sean los hechos que ensucian la imagen nacional, yo votaré por el NO a la reelección del ahora doctor Evo Morales en los próximos comicios.
ERNESTO DAVID PEREYRA