domingo, 31 de enero de 2010

Las payasadas masistas

“Son payasadas”, afirma el vicepresidente Álvaro García Linera cuando no tiene argumentos más inteligentes para descalificar algunas acciones de la oposición. Sin embargo, lo que sí es una payasada es pretender equiparar el 6 de agosto con el 22 de enero, fecha de la entronización de Evo Morales.

Evidentemente se trata de una actitud delirante que pretende dar el mismo significado a una fecha histórica en la que se fundó una República libre y soberana luego de 15 años de cruenta lucha en la que participaron criollos e indígenas y a una fecha que, se sabe y no es necesario ser muy inteligente para darse cuenta, solo tiene trascendencia para algunos desvelados funcionarios gubernamentales.

El seis de agosto de 1825, fue fundada la República de Bolivia, la cual, con todas sus virtudes y defectos, subsiste hasta ahora y que seguirá subsistiendo a pesar de todos los esfuerzos que se hagan para aplicarle la eutanasia e instaurar un ilusorio y poco real “Estado Plurinacional”.

Esa República de Bolivia nos dio la identidad única que conservamos todos los bolivianos, de oriente y occidente, de manera independiente de ciertas características culturales, y de la cual nos sentimos orgullosos a despecho de esa construcción artificial de ese tan mentado “Estado Plurinacional” o “Estado Social Comunitario” cuya duración será la misma que tendrá el gobierno del MAS.

Todos los gobernantes autoritarios han pretendido siempre dejar huellas de su paso, muchas veces efímero, por el poder. Recordemos que el dictador dominicano, Rafael Leónidas Trujillo, también instauró como aniversario nacional la fecha de su llegada al poder y cambió el nombre de la capital de la República Dominicana, que de Santo Domingo pasó a llamarse Ciudad Trujillo.

Como Trujillo, Evo considera que su paso por este mundo es verdaderamente trascendente e histórico y que cualquier medida para garantizar su paso a la posteridad es insuficiente. Es así que la casa donde nació fue declarada “monumento histórico” y no se sería de extrañar que los actos cívicos que antes se realizaban en la Casa de la Libertad en Sucre, sean trasladados a la Orinoca que lo vio nacer.

Sin embargo, Evo debiera saber que la verdadera trascendencia de los hechos no se logra mediante risibles decretos supremos. Es la propia historia la que se encarga de colocar cada cosa en su lugar. Existen hechos que por su propia dimensión adquieren una categoría histórica. Otros, a pesar de todos los esfuerzos que se hagan para darles una dudosa trascendencia, simplemente están destinados a formar parte del anecdotario, de los acontecimientos fútiles.

Es seguro de que aquí a unos pocos años, el 22 de enero será recordado, si es que se lo recuerda, en forma risueña, como la fecha en la que un individuo con pretensiones mesiánicas e ínfulas de redentor, se disfrazaba de indígena para ser ungido y atraer a uno que otro curioso turista.

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